La sociedad en que vivimos está impregnada de un evidente sentido neoliberal, una aparente necesidad económica y de autoafirmación material que se ha convertido en el modus vivendi de muchas personas, algunas de ellas dedicadas a la política, a menudo de forma exclusiva. Muchas personas quizá tengan la motivación de ganar dinero -cuanto más mejor-, exclusivamente para salir de su situación en riesgo de exclusión social, siempre con la espada de Damocles sobre su cabeza, ya sea por una angustiosa hipoteca, un inflado alquiler, por sus hijos o por deudas personales. Pero existe otra clase de personas, acostumbradas a un nivel de vida por encima de la media, que viven ajenos a la realidad por la que transitan cada día millones de personas, cada vez más agotadas, estresadas, hundidas, humilladas y enfadadas, por un sistema que las condena de por vida a unos trabajos mal pagados, menos agradecidos y con derechos cada vez más mermados.
Ayer jueves, el Presidente del PP balear, Miquel Vidal, que percibe unos 80.000 euros brutos anuales (55.000 euros como sueldo de diputado y 28.000 por dietas, es decir, casi 7.000 euros al mes), realizó unas desafortunadas y ofensivas declaraciones, en las que ha demostrado vivir fuera de la realidad común de las personas trabajadoras de este país. Vidal afirmó que “una camarera de piso cobra más que yo por dedicar las 24 horas al partido. No hay nadie que haga un trabajo de tantas horas por tan poco dinero”.
Para más burla, añadió que “Realmente sabía que cobraba muy poco y que lo hacía por gusto, pero cuando además se hace público sé que la gente se siente sorprendida por el sueldo que gana un presidente del PP”.
No son estas las primeras declaraciones que un político español realiza sobre su sueldo, comparándolo con el de gente mucho más humilde, recalcando que sus niveles de dedicación y sufrimiento diario son equiparables. Desde Pirates de Catalunya, en nuestra encarnizada defensa de los Derechos Humanos y de la justicia social, manifestamos sentirnos especialmente ofendidos por las sorprendentes y malintencionadas palabras del señor Vidal, que desconoce –o prefiere ignorar- la sacrificada, dura y agotadora vida laboral, no sólo de las camareras de piso, sino de millones de trabajadores y trabajadoras de este y otros sectores que sobreviven –anótelo, por favor, señor Vidal- con un sueldo de miseria y sacan adelante a sus familias de forma agónica.
Es más, nos avergüenza, señor Vidal, que de alguna manera algún ciudadano o ciudadana pueda comparar su actividad política remunerada con la nuestra, que se nutre sobre todo del voluntarismo de cientos de personas que luchan a diario por el bien común, sin ánimo de hacer de ello una profesión, y a veces con disposición total o casi total al partido. Mucha gente lucha en el terreno político en este país, y usted, señor Vidal, y quienes se manifiestan sobre su sueldo en este sentido, nos llenan de estupefacción en su intento de normalizar su esperpéntica visión de la política y de la sociedad en la que vivimos. Pregunte usted a alguna camarera de piso, a alguna limpiadora, a algún peón de la construcción. Quizá consigan, aunque lo dudamos, que abra los ojos.
Nosotros los tenemos bien abiertos, y por ello luchamos, cobremos o no.