Ahora más que nunca se debate públicamente la posición del Gobierno y de empresas privadas respecto a nuestros datos, su privacidad y el uso que se hace. Desde Pirates de Catalunya no solamente estamos en contra de la violación de nuestros derechos que pretende realizar el Gobierno aprovechando la crisis del COVID-19, sino que además también estamos en contra de sus versiones mal llamadas “cesiones de datos voluntarios”, y que son similares a las que una gran parte de la ciudadanía realiza habitualmente a empresas privadas (Google, Facebook, etc.), ya que es muy discutible si esta cesión es consentida o no. De hecho, normalmente, NO es consentida.
1) Primero hay que tener en cuenta que no se puede consentir algo de lo que no se entienden las consecuencias. Del mismo modo que los menores de edad no pueden realmente consentir en ciertos temas que vulneran sus derechos porque es obvio que todavía no tienen suficiente madurez e información como para tener un criterio bien formado y tomar decisiones con conocimiento de causa. Hay un gran desconocimiento por parte de la ciudadanía de las consecuencias que implican toda esta invasión ( “consentida”) de su derecho a la privacidad. Nunca nadie nos ha formado sobre temas de privacidad personal, y qué consecuencias tiene la violación de este derecho fundamental, en parte porque no interesa que la ciudadanía lo entienda. Y si la decisión no es informada, no es libre.
2) Si hay coacción de algún tipo no podemos afirmar que el permiso sea consentido. En la mayoría de casos reales suelen haber coacciones de todo tipo, tales como económicas, sociales o psicológicas, pero la más habitual por parte de empresas o gobiernos es a cara descubierta: únicamente te prestan ciertos servicios a cambio de tus datos (y en caso de que te niegues no puedes acceder). Esto tiene implicaciones directas en relación con la desigualdad social y el derecho a la privacidad. Las personas con recursos suelen tener más derechos (en este caso, más privacidad), porque pueden pagarse los servicios que otras no pueden.
3) Si no conoces alternativas tampoco tienes libertad de elección. Vivimos en una sociedad en la que necesitamos una serie de herramientas para desarrollarnos como personas y estar integrados en sociedad. Si no se conocen alternativas a estas herramientas que necesitas usar, no estás actuando libremente. Tampoco en este ámbito nadie nos forma (ni nos informa de qué alternativas respetuosas con nuestros derechos existen). Como sociedad deberíamos reconocer que ahora y aquí, en nuestro mundo actual, hay una serie de herramientas digitales que son de primera necesidad y que, por tanto, su acceso debería estar protegido y garantizado por el Estado, sin estar obligados a renunciar a derechos para tener acceso a ellas.
4) Incluso en el caso de que existan alternativas a los servicios que se necesitan, puedes verte obligado, debido a las prácticas monopolísticas de ciertas organizaciones (tanto puede ser Whatsapp como el Gobierno de la Generalitat), a utilizar servicios abusivos donde “consientes” a ceder tus datos. Ahora mismo, si toda tu familia está a Whatsapp y no accede a cambiar de servicio, o aceptas dar tus datos o quedas excluido socialmente. Y en el caso de la Generalitat puede que te obliguen a usar cierto software por razones arbitrarias y como ciudadano no tengas más remedio que utilizarlo. Ahora mismo no queremos entrar en las soluciones con las que se puede trabajar para resolver esta dinámica (que existen a montones), solamente queremos evidenciar la falacia de la “voluntariedad” de cesión de los datos.
Si hacemos una visión general de toda esta casuística, podemos comprobar como esta cesión “consentida” está muy lejos de poder considerarse como tal. La mayoría de personas no ceden sus datos “voluntariamente y con conocimiento de causa” sino por desconocimiento de las consecuencias o porque no conocen o no ven una alternativa a no cederlos, o se sienten presionadas u obligadas. De hecho, en la mayoría de casos, si existiera la opción de cederlas o no en igualdad de condiciones, está claro que prácticamente nadie elegiría cederlos.
Desde Pirates exigimos que no se aproveche la excusa de la pandemia para recoger datos sensibles de manera masiva, ni involuntariamente ni voluntariamente. Es una mala práctica en general que alguien se dedique a realizar bases de datos masivas con información sensible de la ciudadanía. Estas bases de datos no se sabe para qué se pueden acabar usando una vez existen, ni puedes garantizar su salvaguarda a perpetuidad (como ante gobiernos abusivos, corrupción, malas prácticas, negligencia, criminalidad, etc.). Y esta ventana de oportunidad se abre cuando se permite realizar la recogida.
Además, cuando tienes un control masivo “voluntario” de la mayor parte de la ciudadanía, es mucho más fácil controlar los que no lo han hecho porque saltan a la vista enseguida. De este modo se erosiona en realidad el derecho a la privacidad de TODOS, también de los que no se prestan voluntariamente, porque pierden el anonimato de la masa.
Desde Pirates sabemos que si en lugar de hablar del derecho a la privacidad estuviéramos hablando de otro derecho en el que se haya recibido más formación, los ciudadanos veríamos mucho más claro el peligro de estos planteamientos que se están haciendo ahora tan a la ligera. Si, por poner un ejemplo, habláramos de la libertad de expresión, ¿cuántos de vosotros estaríais de acuerdo con que una gran parte de la ciudadanía renunciara “voluntariamente” a este derecho de forma masiva? Por ejemplo con el argumento “no necesito tener libertad de expresión porque no tengo nada que decir”. ¿Encontraríamos aceptable que se pidiera desde el Gobierno el permiso masivo a ciudadanos para censurarlos y que una gran parte de la población aceptara perder este derecho? ¿No os parecería muy peligroso y se os pondrían los pelos de punta?
Por otra parte, también hay que tener mucho cuidado con la falacia de la “anonimización” de los datos. Es un término que se utiliza muy a la ligera cada vez que se habla de este tema para dejar la ciudadanía tranquila, pero que en la mayoría de los casos es mentira. Anonimizar datos no es tarea fácil de llevar a cabo, es extremadamente complicada. Por eso la mayoría de estas “anonimizaciones” que dicen que se hacen suelen ser muy superficiales y, por tanto, inútiles (con la tecnología de hoy en día a nuestro alcance es un juego de niños desanonimizarlas). Desgraciadamente, esta es una situación donde los detalles técnicos cobran una gran importancia y cómo se haga esta anonimización es clave para determinar si realmente es efectiva. Se aprovechan del desconocimiento tecnológico de las personas para dar una falsa confianza de al modo que solamente introduciendo este término no haya más cuestionamientos.
Se argumenta que es necesario “sacrificarse” y renunciar “temporalmente” a nuestro derecho a la privacidad para poder superar la pandemia, pero no es cierto. Hay muchas maneras de atacar esta crisis, tal y como evidencia la heterogeneidad que ha existido entre diferentes países. Y, desgraciadamente, después de esta excusa para violar nuestra privacidad habrá otra y luego otra. Existen un sinfín de medidas que no atentan contra el derecho a la privacidad que se podrían tomar y que todavía no se han tomado.
En resumen, Pirates de Catalunya apostamos porque las medidas para salir del confinamiento (cuando sea que toque salir) no deberían basarse en controles individuales identificativos y personalizados de la ciudadanía, por muy “voluntarios” que sean. Es peligroso en sí mismo, y también como precedente a invocar después. No es saludable para la sociedad que se aliente a los ciudadanos a renunciar a sus derechos. Y, por supuesto, no se debería alentar ni pedir desde la figura de autoridad que representa cualquier Gobierno. ¿Qué “libertad de elección” tiene la ciudadanía si el Gobierno (que se supone que sabe lo que se hace) dice que para ser un “buen ciudadano” le tienes que ceder tus datos?
Pirates de Catalunya