(*) El autor de este artículo, al dar su particular visión del perfil ideológico del Piraten Partei, la hace extensiva al resto de los Partidos Piratas. Por este motivo, Pirates de Catalunya puede no coincidir al 100% con la descripción ideológica que el articulista atribuye a los Partidos Pirata.
Articulo original: Pirate Politics aren’t just for hackers; por Jesse Brown. MacLeans (21/11/2011)
Traducción: Antoni Serra Devecchi
El Partido Pirata de Alemania sorprendió a la clase política europea al conseguir un 8,9% de los votos en las elecciones al Parlamento de Berlín. Quince escaños de la cámara legislativa berlinesa están ahora ocupados por Piratas.
¿Vamos a ver mas sudaderas con capucha y camisetas estampadas en política? Tal vez. En 18 países de Europa y Norteamérica (incluido Canadá) podemos ya encontrar Partidos Pirata oficialmente registrados como organización política, y en cinco de ellos se hallan presentes en diversas instituciones de representación pública. Aunque nuestro propio Partido Pirata [se refiere a Canadá], aún en fase incipiente, no haya irrumpido todavía en la política institucional, seria imprudente no prestarle atención. De hecho, pienso que la política Pirata merece, en todo caso y en todo lugar, que se le preste atención. He aqui el porqué:
Los Piratas son transversales.
Los Partidos Pirata no son en absoluto un movimiento de protesta monotemático, que reclama, por ejemplo, el derecho a descargar libremente la película “V de Vendetta”. Plantean cuestiones relacionadas con las nuevas tecnologías de la información y el conocimiento, que los partidos “tradicionales” apenas alcanzan a comprender: cuestiones relacionadas con el derecho a la privacidad, a la retención de datos personales, al acceso a Internet como un derecho fundamental, a la propiedad intelectual y al libre acceso al conocimiento y a la cultura, etc. Algunos, desde la “corriente política tradicional” objetan que muchos de estos planteamientos son ilegales, cuando no criminales. Otros, también desde posiciones tradicionales, consideran que afectarían negativamente a la economía y al desarrollo. Solo los Piratas los plantean como lo que realmente son: una cuestión de derechos civiles.
Los Piratas no son partidistas.
Las posiciones políticas de los Partidos Pirata combinan elementos que podrían verse como propios de la derecha libertaria con otros que podrían ser considerados como emanados de un socialismo de izquierdas. Los Piratas defienden tanto la desregulación de Internet y del acceso al mismo, como la gratuidad del transporte público para todo ciudadano. Aunque esto resulta difícil de conciliar para los testarudos ideólogos de la tradicional ( y a menudo ficticia) división política derecha-izquierda, resuena fuertemente en las mentes de millones de desencantados y marginados políticos, que no ven utilidad alguna en el voto a formaciones políticas del espectro tradicional.
Los Piratas son simpáticos.
Mientras que en ocasiones, por su atuendo, pueden sugerir un carácter hosco, los periodistas han descubierto que los políticos Piratas suelen ser muy agradables y simpáticos y, lo que es más importante, sinceros. Para los Berlineses, su principal atractivo consiste en la bocanada de aire fresco que insuflan a un ambiente político viciado.
Los Piratas son prácticos.
Con una considerable preparación técnica (en especial en el campo de la ingeniería de sistemas y de la teoría de juegos), los Piratas ven la política como un sistema más. Los políticos tradicionales utilizan Internet como si fuera uno de los tantos conductos a través del cual pueden emitir información. En cambio, los Partidos Pirata lo ven como una gran oportunidad de transformar radicalmente el proceso político a través de la tecnología.
Si el movimiento Pirata consigue evitar el constante boicot a que se ve sometido por parte de los partidos tradicionales, puede convertirse, para una gran parte de la ciudadanía, en el tan esperado elemento revulsivo de la política tradicional. He aquí un paralelismo: Elizabeth May [Líder del Partido Verde de Canadá], posiblemente nunca será Primer Ministro, pero muchos ciudadanos consideran muy útil tenerla en el parlamento de Ottawa, haciendo la vida menos fácil a sus compañeros parlamentarios cuando se tratan asuntos relacionados con el medio ambiente.
Tal vez los enmohecidos y aletargados parlamentos necesiten la presencia de varios “geeks”.