Los orígenes P2P de la Universidad medieval

 

En un curioso artículo en The Chronicle of Hinger Education, “Rereading the University Classics”, Kai Hammermeister nos recuerda los orígenes históricos del sistema universitario Europeo. En él, nos presenta también  una reformulación de este modelo universitario medieval, gestionado por los estudiantes, propuesta por el filósofo español José Ortega y Gasset. No será difícil encontrar similitudes entre el espíritu que animaba a los estudiantes europeos del siglo XI (y el de la reformulación propuesta por José Ortega y Gasset) y el que subyace bajo la cultura P2P.  A continuación, un resumen del mencionado artículo.

 

En el siglo XI, cuando los estudiantes de derecho de Bolonia se reunían para organizar sus estudios y contratar a sus profesores, poco debían sospechar que su iniciativa, un proceso “de-abajo-arriba”, iba a desembocar en el nacimiento de la universidad medieval Europea. Este modelo, impulsado por estudiantes, arraigó en Italia y en España; en París en cambio, el poder se decantó, muy pronto, hacia la parte del profesorado. En su obra The Uses of the University, Clark Kerr menciona este hecho: “Los estudiantes tenían todo el poder; esto ocurría en Bolonia. Sus gremios controlaban la universidad y dominaban a sus maestros. El modelo de Bolonia tuvo un gran impacto en las universidades españolas; muy especialmente en la de Salamanca. Mas tarde se trasladó a las universidades de América Latina, donde es aún muy frecuente encontrar representantes de los estudiantes en los consejos de gobierno de las universidades.”

Thomas Jefferson intentó implantar un modelo similar en la Universidad de Virginia, que fue rápidamente abandonado. Y, por suspuesto, tanto España como Italia hace tiempo que han sustituido la gobernanza estudiantil por el control estatal.

Ya en el siglo XX, el filósofo español José Ortega y Gasset propugnó la conveniencia de retomar el modelo universitario medieval, considerando a los estudiantes el elemento central de la universidad, como medio para renovar el discurso y la práctica de la educación superior.
Ortega deriva su modelo, centrado en los estudiantes, del principio que define el bien económico: la escasez. Es necesario, argumenta Ortega,  tomar decisiones sobre el contenido y la periodización de la educación, debido a que el periodo de aprendizaje es un periodo muy limitado . Y el punto de partida de todas estas decisiones debe ser, por tanto, la voluntad y la capacidad de aprender del estudiante y no el conocimiento disponible en general ni el específico del profesorado.
De hecho, nos dice Ortega , son los mismos estudiantes los que debieran, una vez mas, hacerse cargo de su propio currículum y de todos los demás aspectos de la vida universitaria, con la excepción de la labor investigadora. Los profesores deberían limitarse a ser un elemento de soporte. “Pongamos a los estudiantes a cargo de la casa,” escribió Ortega, “ y dejemos que el cuerpo de estudiantes se convierta en el cuerpo de la institución, complementado por las facultades de los profesores”.

Podemos inferir que, para Ortega, sería el mencionado “principio económico” el que  conduciría a los estudiantes a tomar las decisiones mas adecuadas sobre los planes de estudio. Con un limitado periodo de aprendizaje a su disposición, los estudiantes tenderían a elegir aquel currículum que mejor los prepare para sus futuros desempeños profesionales, al tiempo que adquieren el suficiente bagaje cultural para poder comunicarse sin problemas con las generaciones precedentes.
Huelga decir que tal modelo de currículo  auto-organizado solo sería posible tras largos periodos experimentales, prueba-error, y largos, amplios y profundos debates. No se dispone aún de un modelo de empleo eficiente del recurso “tiempo”.

Ortega opera con dos triadas estructuradas. Cada una de ellas organizada de una forma jerárquica en vez de como un triángulo equilibrado:
La primera de estas triadas la constituyen los alumnos, los profesores y el conocimiento. En esta triada el alumno tiene prioridad sobre los profesores y el contenido de la educación.
La segunda de las triadas evoca de nuevo el principio central de la escasez. Debido a la brevedad de la experiencia educativa y a los límites naturales de muchos estudiantes, las universidades deben centrarse, principalmente, en la transmisión de unos conocimientos de cultura general en lugar de intentar producir científicos. “Pretender que cualquier estudiante normal sea un científico es una pretensión ridícula.”
Una consideración secundaria es la referente a la preparación de los estudiantes para su futuro profesional. “Es necesario hacer de cada persona común un buen profesional”, escribió Ortega. “Además de darle un bagaje cultural, la universidad le enseñará, mediante los procedimientos más económicos, directos y eficaces que puedan idearse, a ser un buen médico, un buen juez o un buen profesor de historia o matemáticas.”
Primero, una educación general; en segundo lugar, una buena formación vocacional y ninguna investigación que no sea necesaria; esta debería ser, según Ortega, la jerarquía  de un currículum gestionado por los estudiantes.

 

Col·laboració d’Antonio Serra Devecchi

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