Hubo un tiempo en que decían que la ideología Pirata era friqui. Pensaban que se trataba de algo que tenía que ver con ordenadores más que con el mundo real. No sabían lo que significaba la democracia directa. Creían que la transparencia gubernamental era una utopía.
Decían que sería un milagro que esta ideología cuajara en algo tangible.
Entonces nació Pirates de Catalunya. Y con solo cincuenta y cinco días de edad se atrevió a enfrentarse a los grandes partidos en unas elecciones autonómicas. Casi nadie conocia a los Piratas, la presencia mediática que tenían era exigua y su presupuesto no llegaba para cubrir los gastos de una cena de alguno de los partidos mayoritarios.
Iba a ser un milagro que PIRATA.CAT lograra algo.
La sorpresa vino a la hora de hacer los recuentos. Ese partido casi desconocido, sin dinero y que acababa de nacer cincuenta y cinco días antes logró nada menos que sacar una importante ventaja en votos a uno de los grandes: UPyD. Ni el hecho de que el partido de Rosa Díez saliera en todas las televisiones, ni el que tuvieran mucho más presupuesto, ni el que existieran desde hacía más tiempo influyó.
Pirates de Catalunya logró el milagro de adelantar a un partido grande en sus primeras elecciones.
Se acercaron las elecciones municipales y algunos dijeron que el resultado no mejoraría, que la ideología Pirata era flor de un día y que se demostraría entonces.
Iba a ser un milagro que PIRATA.CAT repitiera su éxito.
Tenían razón. No lo repitió: lo mejoró. Tras las elecciones, por primera vez en España, dos concejales arribaban a puerto ondeando la bandera Pirata.
Poco antes, los grandes partidos (concretamente, PSOE, PP y CiU) habían decidido poner freno a esa ola de cambios que significaban los nuevos grupos políticos. En Enero reformaron la Ley Electoral y obligaron a esos partidos a conseguir avales para tener el aparente privilegio de presentarse a unas elecciones democráticas. Avales que, por supuesto, los grandes partidos quedaban exentos de conseguir. La Ley no era igual para todos.
Por si aquello no fuera poco, el Reglamento de la reforma fue postergado hasta el último momento, dejando a los nuevos partidos en la incertidumbre de qué requisitos legales debían cumplir, dejándolos sin margen de maniobra. Y cuando finalmente se publicó el Reglamento, todavía tardaron una semana más en publicar las hojas oficiales de recogida de avales. Y dos semanas más en aclarar de qué manera se podía recoger firmas electrónicas.
No había tiempo: había que lograr miles de firmas en apenas veinte días. La vía parlamentaria iba a quedar cerrada para los nuevos partidos.
Iba a ser un milagro que PIRATA.CAT consiguiera los avales.
Pues no solo los consiguió. ¡Superó con creces el número exigido! Todo ello, además, permitiendo por convicción democrática que otros partidos nuevos usaran su plataforma YoAvalo para recoger firmas (cosa que, en teoría, perjudicaba a Pirates de Catalunya, ya que cada persona que avalara a otro partido era una persona que no podía avalar a PIRATA.CAT).
¿Cómo es esto posible? Evidentemente, si estuviéramos ante un partido de ideología friqui o alejada de la realidad, nada de esto habría ocurrido. Si Pirates de Catalunya cosecha éxitos en cada proceso electoral al que se presenta, algo habrá en su ideario político. Algo tiene que hacer que el número de votantes de este partido aumente cada día.
Con toda probabilidad, ese “algo” se resume en los pilares básicos de la ideología Pirata: democracia directa, transparencia gubernamental, defensa de los derechos fundamentales y libre acceso a la cultura.
Eso no es friqui; es de sentido común. Y no puede estar más cercano a la realidad de lo que el mundo necesita. Por eso el credo Pirata triunfa en todo el planeta. Por eso hay dos Europarlamentarios Piratas en este momento. Por eso en el Parlamento de Berlín lograron el 9% de los votos y 15 representantes nada menos. Por eso el Partido Pirata alemán tiene también 50 regidores en Baja Sajonia, de los 150 totales. Por eso cuenta ya también con 3 regidores en Suiza. Por eso ha habido incluso un miembro del Gobierno de transición tunecino perteneciente al Partido Pirata.
Porque la ideología Pirata propone el cambio político que el mundo necesita ahora.
Superados los arrecifes de la barrera de avales, Pirates de Catalunya navega con viento en popa hacia las elecciones del 20-N. Muchos dicen, cada vez con la boca más pequeña, que la ideología Pirata no llegará tan lejos.
Dicen, casi temblando, que será un milagro que PIRATA.CAT logre representación parlamentaria.
Y los Piratas sonríen. Porque están acostumbrados a vivir rodeados de milagros.
Fabián Plaza Miranda